martes, 9 de septiembre de 2008

Peristeria Elata

La mañana es fresca y brumosa. Con la tradicional taza de café en la mano, me siento a escuchar el trino de las aves que, con su algarabía acostumbrada, anuncian el nuevo día. Todo transcurre lentamente mientras sorbo a sorbo saboreo la bebida caliente que me anima a "tomar el dia por la punta", como dice mi madre.

En ese ensimismamiento de las primeras horas matinales me encuentro, cuando poco a poco, como en ralenti, llega a mis sentidos un suave aroma de una fragancia exquisita. Dirijo la mirada hacia el jardín y allí a la sombra de un enorme ficus, bajo los tallos y al pie de unos tiestos con otro tipo de plantas florales, se yergue arrogante y altanera, una larga espiga coronada por el motivo de mi fascinación. La Flor del Espiritu Santo llega, como de costumbre, a cumplir su cita de septiembre - octubre con mi familia, algo que consideramos una verdadera bendición de Dios y de la naturaleza por el creada.

En esta ocasión, aparte de la emoción de saber que tendremos muchas flores
, producto de la robustez que observamos en las plantas, y que serán la alegría de quienes nos visitan en casa también nos llega algo de tristeza. Y es que pronto tendremos que dejar nuestra hogar, producto de los rigores del progreso. El hormigon de las carreteras se impone y el Corredor Norte, ramal las Trancas, nos obliga a emigrar a otros destinos. Mientras tomo mi taza de café y aspiro la fragancia de nuestra querida flor nacional, pienso, ojalá encuentre un lugar con las condiciones requeridas para que el proximo año nuestra "Peristeria Elata" o flor del Espiritu Santo, renovada, vuelva a cumplir su cita anual con mi familia.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Septiembre


Corría el año de 1977. Era la noche del 7 de septiembre y cansados, pero conscientes del trabajo que teníamos que entregar al día siguiente, pintabamos las oficinas del "Tríangulo" apurados, pero sin dejar de prestar atención a lo que sucedía en nuestro entorno. De pronto, escuchamos sirenas, bocinas de automóviles y un sonido lejano proveniente de los barcos en la bahía. Me abrace a mi padre y a mis hermanos y agradecimos al Señor, porque esa era la señal que nos indicaba que los tratados del canal, luego llamados Torrijos - Carter, se habían firmado. Y eso, para mi generación, era no solo un triunfo diplomático, sino también la oportunidad de recobrar una parte sagrada del territorio nacional sin mayores traumas y al menor costo posible. Creo que nuestro lema de entonces: "Hemos avanzado, la lucha continua" aún tiene vigencia.

Hoy, muchos años después, el partido fundado por Omar, en homenaje a la fecha, se ha ejercitado democraticamente para escoger a la candidata que lo llevará al triunfo en las elecciones generales de 2009.

Ha sido una jornada civica memorable por todo lo que significa para el deseo ciudadano de vivir en democracia, paz y progreso. Ahora enfilamos el rumbo hacia el proximo objetivo pues simplemente hemos avanzado un paso más hacia la meta, hacia allá donde "El Viejo" dijo un día que nos espera "en posición de firme y con un patriotico saludo...".

jueves, 4 de septiembre de 2008

Estadio Revolución


Con ese nombre fue que por aquellos días de febrero y marzo de 1970, los panameños acudíamos al estadio para disfrutar de la competencia de los XI Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe. Muchos años después el estadio fue rebautizado con el nombre de Rommel Fernández. A su lado también sufre cirugía el Gimnasio Nuevo Panamá, hoy llamado Roberto Durán. Los colosos de Juan Díaz se remozan para convertirse en escenarios deportivos dignos del esfuerzo, el tesón y la calidad del deporte panameño.

Por estos complejos deportivos ha pasado mucha historia de nuestro deporte y otras actividades culturales, como por ejemplo el formidable concierto de Carlos Santana, un empate en la cita mundialista ante Costa Rica en futbol, el campeonato en baloncesto de aquellos inolvidables juegos
o los conciertos de salsa de la mítica Fania All Stars.

Resulta agradable ver como ambos coliseos deportivos son reacondicionados para el goce y disfrute del pueblo panameño. Esperamos que por muchos años más allí se celebren eventos que, como en antaño, vuelvan a estremecer las fibras más sensibles de la nación. Esa, mis estimados lectores, es una de las formas más sublimes y hermosas de hacer patria.