sábado, 9 de enero de 2010

9 de enero


Caía la noche. Como era natural en aquellos años, las familias se sentaban a disfrutar de los placeres que brindaba ese nuevo medio llamado televisión. Mi padre nos reunió para ver las noticias y de la pantalla se dejaba ver el rostro adusto y la voz grave de ese maestro de periodistas, Mario Velazquez, que relataba los acontecimientos de las últimas horas. Estudiantes panameños eran reprimidos a sangre y fuego por el ejercito más poderoso del mundo. En mi barrio, lejos del teatro de los acontecimientos, los vecinos, todos ellos hombres y mujeres provenientes de lo más profundo del interior de la república, se miraban crispados con una sensación de impotencia ante los hechos consumados. Recordemos que en aquellos tiempos los estudiantes gozaban de prestigio y respeto en la comunidad por lo que representaban para el futuro de las familias y el país. Hoy, tantos años después de aquella gesta heroica se mantiene viva mi admiración y respeto por aquellos que cayeron abrazando un ideal que se cristalizó con el último día del siglo veinte y el amanecer del siglo veintiuno.
Como homenaje, aquel famoso poema de "El león de los leones".

QUE SE VAYAN DEL CANAL

Por: Carlos Francisco Changmarín

Recuerda el "Nueve de Enero",

patria, cuando tu bandera

violada fue por la fiera

aquí, bajo el propio alero.

Ascanio, mártir primero,

sobre su tierra natal,

como flor primaveral

sajada por la tormenta,

cayó en la noche violenta...

¡QUE SE VAYAN DEL CANAL!


Unos pardos y unos crueles

perros de la extranjería,

desgarraron aquel día

la Patria de mis claveles.

El aullar de los lebreles

con la metralla infernal,

encendía la fantasmal

anchura de su ignominia...

gritaba el pueblo en la línea

¡QUE SE VAYAN DEL CANAL!


Sólo de sangre y de pecho

el pueblo armado trepaba

por la nube colorada

que surgía de su derecho.

La piedra de trecho en trecho

rompía la noche fatal,

y aquel ejemplo inmortal

de Victoriano Lorenzo,

ardía en el Ancón inmenso:

QUE SE VAYAN DEL CANAL.

Yanqui de estiércol y plomo,

de saliva y de cloaca,

de carroña y de resaca

y de pensamiento romo.

¡Ay ... recuerda Patria, como!

embestían tu pedestal...

con la bazuca bestial

que forjó el imperialismo.

Pero batallaba el Istmo:

¡QUE SE VAYAN DEL CANAL!

Era sólo una bandera,

sólo una flor de agonía

para la soberanía

irrebatible y entera.

Pero la agresión artera

en decisión animal,

desparramó su arsenal,

sobre el grito estudiantil

corría la sangre viril

¡QUE SE VAYAN DEL CANAL!

Pero nadie se asustó…

-contra el fusil, la conciencia-

Fue creciendo la violencia

y hasta el mar se rebeló.

Y aunque una niña cayó

muerta de su barandal,

el contraataque total

del pueblo cayó un abismo,

y tembló el imperialismo:

¡QUE SE VAYAN DEI CANAL!

Lo supo esa noche el mundo,

Panamá se defendía...

La sangre a la mar teñía

de patriotismo profundo.

Y el yanqui, pirata inmundo

por su locura mortal,

pataleaba en el final

de su sistema inhumano,

al gritar el mundo hermano:

¡QUE SE VAYAN DEL CANAL!

Nos quisieron confundir,

con sus tontos "regalitos"

sus "cuerpos de paz" benditos,

y con su "gran" porvenir ...

Podíase tan solo oír

su propaganda brutal:

"Democracia sin igual"

"Mundo Libre" sin lamentos...

¡Fuera, fuera con sus cuentos!

¡QUE SE VAYAN DEL CANA!

La "Alianza" trajo el "Progreso"

en la boca de un fusil

con la muerte estudiantil,

y el pueblo, pelea por eso.

Imperialismo poseso,

que por la furia mundial

se quiebra en su lodazal,

hoy, definitivamente,

al son de un tambor rugiente:

¡QUE SE VAYAN DEL CANAL!

La guardia en alto: ¡adelante!

¡tantos muertos, no lo olvides!

que si en fracción te divides,

te fusilará el "gigante".

Que toda la Patria cante

la jornada magistral

de la lucha desigual

de aquella noche de enero

y que grite el pueblo entero

¡QUE SE VAYAN DEL CANAL!