viernes, 22 de febrero de 2008

Matar a un ruiseñor

Me gusta la música. La música alegra el alma y da calor a los corazones. Algunas veces nos hace flotar entre las nubes y otras, nos estremece con su fuerza y potencia. Bien decían en una radioemisora de que: "un pueblo sin música es un pueblo sin alma".

Me gusta la música clásica, el tango, la salsa, el bolero, la balada, la cumbia, el vallenato, la plena; en inglés, en francés, en español, no importa el idioma, lo que me interesa es el ritmo y las sensaciones que me provoque.

Ha muerto Alonso Blackwood Drake (1972-2008). Fue asesinado vil, cobarde y arteramente por una mano ruin y mezquina que le ha quitado a la cultura popular a uno de sus más consagrados exponentes.

"Danger Man", nombre artístico del Sr. Blackwood fue un poeta popular. Tal vez sus letras y su música no eran del agrado de cierta parte de la población, sin embargo en el corazón de sus seguidores y en la memoria popular había encontrado un lugar reservado exclusivamente para él.

No conocí al Sr. Blackwood Drake, tampoco había puesto mayor interés en su trabajo hasta estas horas de desasosiego que ha vivido el mundo de la cultura popular y una buena parte de nuestra juventud. Escribo estas líneas como homenaje porque creo que: "Si se calla el cantor, calla la vida".

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