martes, 29 de enero de 2008

De Carnavales y otras Calenturas

Y Pedrito para dónde vas?... Para Las Tablas to rass. Si, ahora todos quieren, sino para Las Tablas, para cualquier otro lugar del país a divertirse en carnaval. Resulta que de unos años para acá, ir a carnavalear al interior de la república es la moda, lo chic, estar en algo.

Pero no siempre fue así. Recuerdo claramente como en tiempos pasados pensar en ir a divertirse más allá del puente (de Las Américas, claro está), era cosa de gente de campo, de cholos o más despectivamente de "buchis". La música de "esa gente" era puro "pindín". Eran los tiempos en que Dorindo Cárdenas, Ceferino Nieto, Yin Carrizo y el "zurdito de oro" Teresín Jaén llenaban "La Pollera" y el "Orgullo de Azuero" luego de las "Tardes de Cantadera" de sábados y domingos. Es que esos erán los únicos días que "la cholada" tenía libre y como es natural ellos eran el único público de este tipo de música. Y estos eran los únicos salones que se dedicaban a este tipo de actividad en la capital. Claro está, no podemos obviar que estos músicos encontraban acogida también en "Discos Tamayo", empresa que con muchos sacrificios se dedicó a recoger una parte importante de nuestra historia musical vernacular.

Afortunadamente las cosas cambian y después de octubre del 68 el gobierno de la época voto una ley que obligó a las radioemisoras a dedicar parte de su horario de transmisión a transmitir la música típica panameña. Claro está, que con mucha resistencia por parte de ellas. Gracias en parte a esto, la música de churuca y acordeón se escucha hoy en los más elegantes salones del país y la bailamos con orgullo y pasión todos lo ciudadanos.

¿Y los carnavales?. Pues bien, después del 68 se abrió una gran oportunidad educativa y a otros niveles y miles de jóvenes del campo viajaron a la ciudad en busca de una mejor oportunidad de vida. Claro está, cuando llegaban fechas como los carnavales, partían a sus pueblos a divertirse en familia y con sus amistades. Y de esa forma, al regresar a sus labores diarias, traían todo tipo de historias de diversión sana y segura, mientras que al mismo tiempo, en la capital, los carnavales perdían fuerza producto de muchos factores. Es así, que al año siguiente los campiranos se llevaban a sus pueblos (Uno de ellos Las Tablas) a sus amigos deseosos de corroborar las historias de alegría, agua limpia, recorrido de Tunas, tamboritos y el lujo y esplendor de las reinas y de esa forma los carnavales interioranos se convirtieron poco a poco en leyenda que nadie se quiere perder.

Hasta aquí todo iba bien, sin embargo, la ambición de los comerciantes está matando los carnavales del campo. Las transmisiones de televisión en vivo iniciaron el declive de la fiesta sana. Luego vinieron las discotecas, los pub´s y con ellos el regeton, al grado de que ya no se encuentran las tarimas de las reinas (Calle Arriba o Calle Abajo) con conjuntos de música típica amenizando al publico bailador cada día del carnaval, que con su tradicional botella de Old Parr se divertía hasta las primeras horas del alba.

Y así se desarrollan los carnavales. Dentro de pocas horas el Dios Momo se apoderará de nuestras ciudades y campos y después veremos a muchos decir que han quedado "limpios pero contentos". Y a recogerse, porque luego viene la cuaresma y la Semana Santa, días de recogimiento y espiritualidad.


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